En el cobijo que me brindaron tus fornidos brazos,
mi corazón dio claras muestras de resurrección.
Desplegaste el lecho para fundir ambas pieles en un tejido plomizo,
libre de cualquier duda y amenaza.
Acogí de buen agrado un "te quiero" escurridizo que tus labios derramaron
entre apoteósicos intercambios de saliva y tórridas muestras de furioso deseo;
encarnado en múltiples caricias que inflamaron todo mi cuerpo
con la fuerza de tu huella.
No fue suficiente...
Me regalaste una primavera de besos y versos;
un mar bravío de placer extremo;
un cielo despejado de posibles borrascas venideras...
Mas no fue suficiente;
pues en el tejido plomizo que pretendiste forjar
con mi piel y la tuya,
olvidaste la esencia perpetua de mi existir:
Soy ave de paso.
No fue suficiente...
¡Abre el balcón a este pájaro de colores
que alberga mi reencarnación¡
Mas no intentes atraparme...
pues nada será suficiente para detenerme.
Va por y para ti.
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