En este preciso instante fatigado
de inflexiones derrotadas por el abismo de tu ausencia,
oigo a lo lejos el clamor de la esperanza
entre el armónico sonido de una pandereta.
El grisáceo cielo venidero con el alba mañanera
repentinamente se esclarece en la divinidad
de un azul florido,
preñado de luz entibiada en una cálida quimera.
Una paloma embutida en un traje de novia
repiquetea suavemente en mi limpio balcón;
siento el "adiós" definitivo al sepelio
que, durante meses, enmudeció con tu recuerdo a este corazón
mientras deshago inquebrantables lamentos del ayer;
equipajes de caricias con el copyright de tu nombre;
innumerables bolsas de besos cuidadosamente protegidos
bajo el isbn registrado en mi agencia de deseos;
toneladas de huellas esclavizadas
en el depósito ilegal y precintado de mi bajo vientre...
Serpentinas de colores cuelgan sobre mis tejas
obsequiándome con una invitación a un festejo
donde, Don Mayo,
rechaza una negativa por respuesta.
Con mis mejores atuendos camino hacia la puerta.
¡Homero me consulta
sobre una posible corrección en La Ilíada y La Odisea;
mientras Lorca me acongoja en su constante presagio,
donde a las cinco de la tarde tendrá lugar su vil condena¡
Conforme las acacias de la calle parda
se únen al baile de una fiesta,
mi sufrida alma remanece de entre las sombras;
tan límpida y pura como la vez primera.
GLORIA ZÚÑIGA
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