I.
Que no murió.Le mataron.
Contra la cal de una tapia luminosa
me lo dejaron clavado.
-¡Por vusetras madres¡- decía.
Y los fusiles sonaron.
En el vacío de España aún retumban los disparos.
-¡Por vuestras madres¡- decía.
Y lo dejaron clavado
diez pólvoras asombradas y una bruta voz de mando.
¡Decidme cómo,decidme,
cómo puede ocurrir tal espanto¡
¡Ay,hombres sin nombre y madre¡
¡Ay,sal seca y hueso amargo¡
Diez bocas estupefactas
y un hombre que estaba al mando.
Nada más, ni nada menos.
Sólo un vacío sin llanto.
Y esta rabia que me grita
que no murió,le mataron.
II.
¡Ay,Federico García,
quién lo podía decir¡
¡Ay,Federico García,
muera la Guardia Civil¡
Lo que en otros no envidiaban,
ya lo envidiaban en ti
un sepulcro como tu nombre
y una unidad de raíz.
La sangre que se me agolpa quiere ahora hablar por ti.
Toda la pena de España,
todo este pus de raíz,
y más allá de mí mismo,
el pueblo que grita en ti:
¡Ay,Federico García,
muera la Guardia Civil¡
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