El mar me llevó hasta ti.
Dejé que mi cuerpo se moviera
acompasado por tu marea pasional.
Dibujé tu rostro en el horizonte
y pude atisbar los latidos de un corazón
huracanado con la llegada del crepúsculo.
Te esperé quieta en la orilla rociada de tu varonil perfume...
Y llegaste a mi con el áurea encendida en forma de concha.
Hoy,ya no tengo que imaginarte...
Estás conmigo y jamás emprenderás otro destino
que no sea el de la caricia de mis dedos.
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