Una nueva aurora oscura se desgarra en la frigidez de mi solitaria alcoba.
Musita levemente tu nombre impreso en los pliegues de mis sábanas
para arrastrar, de cuajo y con garbo presuroso,
el llanto que inunda la cavidad de mis entrañas.
Se agita el día con la ventisca de la desazón experimentada.
Soy noctámbula de tu recuerdo
y presa perpetua de mis inaccesibles anhelos.
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