Lucha sin preguntarte el porqué de la circunstancia.
Pelea sin dar tregua a la flaqueza de la nostalgia.
¡Emprende una ardua y enérgica batalla
por esa existencia tuya que se aplaca
en un contratiempo del destino, donde sólo tu carta
sea la que dé el jaque definitivo para ganar la jugada!
Mientras tanto, mis versos inconexos te abrazan
en una caricia perenne, bajo el regazo de tu constancia.
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