Mírame cuando mis ojos te pregunten por tu ausencia.
Cállate cuando mis labios interroguen a tus huellas.
Escóndete cuando la cobardía sea tu única y fiel compañera
y entrégate, cual amante de una nueva primavera,
cuando sea mi cuerpo el objetivo prófugo de tus quimeras.
Perdónate si piensas que el corazón es sólo una manera
de apelar a un sentimiento puro hacia un ente que cabalga a lomos de una alocada marea.
Y piérdete bajo el sello de esa sonrisa cómplice que te sentencia,
mientras que mi piel comienza a flotar, sosegada e incandescente, sobre los bagajes de una orilla nueva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario