¡Grito!
¡Quiero gritar el desconsuelo que me abrasa,
el miedo perpetuo que me embriaga,
la agonía del silencio que me maltrata!
¡Grito!
¡Quiero ahuyentar el dolor que se contagia
de una tristeza acérrima entre halos de nostalgia
que me atrapan,
me entorpecen,
me desgarran
en un laberinto difuso que aplaca la esperanza!
¡Grito!
Y grito... Aunque gritar tan sólo sea la manera más cobarde de apagar a esta garganta,
que regurgita clamores de incipientes ilusiones soslayadas en el presente, pero pendientes y consolidadas con el advenimiento del mañana.
¡Grito!
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