Duele tanto tu vil ausencia
que acometo atropellos sin sentido
en el límite exacto que delimita mi existencia.
¡Escuecen tanto estos presurosos latidos
que la vida va menguando en consistencia,
y son tan frágiles las garras del olvido
que me siento maniatada férrea a esta perenne condena!
Se esparce un agónico llanto entre los socavones de lo perdido...
Se pierde una lágrima agónica entre la llaga sangrienta de lo vivido.
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