Ignoro esas palabras arrojadas al aire
que me condujeron al abismo insalvable de tu adiós.
¡Mutilo mis manos que ansían tocarte,
y aniquilo los pálpitos exabruptos de mi corazón,
para recrear escenas diáfanas de dos amantes,
que sacian sus deseos en el cúlmen de una eterna pasión!
Ensordezco mis tímpanos ante la tortura acérrima de tu abnegación
y sello los labios férreos de un intenso dolor
que quieren gritarme, entre lamentos múltiples de desesperación,
que mis pasos se hallan, anquilosados, en el precipicio insalvable de tu inesperado e inabarcable adiós.
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