Me preguntas dónde se esconde el olvido
y sellas mi labios en la vorágine sangrante del ayer.
¡Escuece ese adiós que se descuelga de tu boca,
sin más sustento que un hilo de viento flotando en este atardecer,
donde el sol arrecia su inmensidad entre la sombra inquebrantable,
de una luna que llora desconsolada por no abarcar un cielo al que abastecer
de la penumbra que agota sus últimos destellos
en esa pregunta que sella a mis labios en la vorágine sangrante del ayer!
Y me responde otra noche oscura enlutada
para vomitar mis ansias en el abominable recodo de este perenne acontecer.
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