Sábanas desérticas

El cántico melodioso de un ruiseñor
se coló en una aurora calurosa,
por la estela cruda de mi balcón.

Desperté con la sonrisa dibujada
en una boca que en ocasiones se siente amarga,
con la mirada perdida entre mis sábanas,
buscando el aliento de la fuerza en cada lámina ensortijada.

Y te miré,
Quise huir de tu estampa,
pero me introduje en ella con brío y templanza,
hasta enervar mis anhelos en la pasión desbordada
de dos cuerpos que luchan cruelmente por disgregar
las indisolubles barreras que los separa.

El cántico melodioso de un ruiseñor,
me regaló la bienvenida de una mañana
que resbala por mi recuerdo en forma de lava,
tras las ansias esparcidas en la totalidad de mis sábanas.

Y ahora escarbo en el silencio,
regateando y mintiendo al pensamiento,
para recrear tu imagen serena y desnuda sobre mi lecho,
mientras saciábamos nuestros apetitos sin fronteras ni recelos.

La caricia de la tarde arrecia sobre mis huellas,
¡Y no hallo el lugar exacto donde depositaste tu esencia!
Afligida entre el crepúsculo sempiterno,
se desmembra inconsciente un halo de fuerza,
que esta mañana busqué presurosa
entre las láminas ensortijadas de unas sábanas ya desérticas.