Si desfallezco por amarte,
¡Déjame morir en la quietud de tu estela!
Golpes pasados en la vorágine de este camino llamado vida
y mareas sangrientas que cuajan su rabia en una espera que no llega.
Sentimientos congelados y aprisionados en una cárcel de ilusorias quimeras
que duermen aún, plácidamente, sin saber que el tic-tac del reloj volvió a retomar su norma impuesta.
Agazapada la nostalgia en un olvido que se resiste a culminar su fatídica espera,
levanto con ahínco fantasías nutridas en incipientes ansias trémulas
que agitan desorganizadas y conmórbidas a un sentimiento que asoma sus cadenas,
tímidamente,
y entre halos de luz nueva...
Y creo perder el equilibrio cuando me tientas con tu presencia,
con la sagacidad de dos pasiones que desmoronan viejas barreras
hasta desfallecer desnuda y ebria
para después morir plácidamente, sobre la quietud inquebrantable de tu estela.
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