ante la desidia que engañaba a un sentimiento.
Desangrados los lamentos en la vorágine cruel del tiempo,
desato las pasiones que un día perecieron
en los límites geográficos de nuestros cuerpos,
en el cauce caudaloso de este tórrido desenfreno,
en la voluptuosidad angosta de reproches sin sustento
para volver a deleitarme entre los placeres infinitos de tus cálidos besos,
entre el sabor inconfundible de tu piel candente en mis deseos,
entre el clamor soberbio de tu sexo hacia mi sexo,
entre la brisa caprichosa que se escurre rebelde de tus "te quieros".
Y anido sobre mi vientre la semilla dorada de nuestro encuentro,
para perpetuar esta firme respuesta a un sentimiento,
que no entiende de fronteras cuando se trata de nuestros anhelos.
Me acerco y bebo del cáliz de tu lengua entre bocados de fuego
que agitan la llama imperecedera de la pasión encadenada en los albores de nuestro lecho,
para luego deshojar mi flor desnuda e iluminada en el diván del silencio
ante tan sólo tu unívoca presencia penetrando, constante, por la cavidad ardiente y jugosa donde desembocan nuestros más libidinosos pensamientos.
Y arrecio en ti, y sucumbes huracanado en la angostura delimitada de mis senos.
Leyendo estas palabras parece que se paladea el momento. Un saludo.
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