de la esencia que probé sobre el enigma indescifrable de tu cuerpo.
No te busqué bajo objetivos y sueños concretos,
ni te pensé bajo los avatares calumniosos del tiempo.
Apareciste como agua limpia en un oasis sereno
para saciar este vacío que me condenaba a un perenne duelo
con la amiga soledad que se resistía a emprender su vuelo
hacia otros parajes que no fuesen los míos, hacia un valle sin dueño.
Y ahora siento cómo se despliegan mis alas sin aún palpar tu pecho,
sin aún escuchar los pálpitos de tu corazón abierto,
sin aún saber si soy yo la que puede culminar tus ansiados anhelos,
sin aún tener la excusa perfecta para depositar en tus brazos la verdad de mis silencios.
Quiero estrechar las barreras que agonizan en cada minuto, en cada verso;
destrozar los límites geográficos que separan a ambos cuerpos,
¡Amanecer desnuda contemplando la candidez de nuestro lecho
que de nuevo nos invita a experimentar el placer que unió nuestros senderos!
Y deshacerme en tu regazo cada vez que infrinjas las normas de mi puerto,
que te ansían plenamente naufragando una y mil veces,
perenne,
sobre la orilla vaporosa de este mar sediento.
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