en el silencio más cercano.
Perdida en deseos asfixiados
busqué tu esencia entre amaneceres esclavizados,
entre sombras deambulantes en la penumbra de horizontes eclipsados
en un lágrima que arreció sobre la arena, esquivando la comisura de mis labios.
El viento me contó que te habías marchado,
depositando un beso eterno, sobre un sufrimiento amargo...
¡No pude retenerte entre mis brazos,
ni frenar ese adiós impredecible que sentenció los versos de tu epitafio,
los cuales hoy escribo entre llantos sórdidos y lamentos desconsolados,
ante la evidente presencia de tan sólo un recuerdo rescatado!
El silencio me trajo un murmullo cercano
con tu voz inconfundible, apaisada y viva en la coyuntura de pensamientos solitarios.
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