Me siento plena en ti
en la humildad sosegada de tus besos,
en el horizonte tentador y organizado de tu cuerpo,
en cada una de tus palabras, las ya dichas y las que engendraremos.
Penetraste en mi vida sin licencias ni permisos previos,
para sobornar mi cordura en la exquisitez de tus versos
entre los que duermo, respiro, nazco y navego
hacia la luz incandescente de tus brazos dulces pero inquietos.
Inquietos en la distancia torturadora de un emergente sentimiento
que une, irremediablemente, mis deseos y tus consuelos,
tus pasiones y mi delirante desasosiego,
mi soledad clausurada en el apéndice de tu infatigable vuelo.
Mas ya nada me condena a tu sobrio recuerdo,
nada me hace esclava de una simple mirada en un "te quiero".
Soy luna solitaria en el cielo despejado de tu puerto
y alondra soñadora en el regazo indeleble de ese pensamiento.
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