Flagelos

El flagelo de tu beso
se hace presente entre mi pensamiento
que hoy se disloca y camina inquieto
sin saber dónde depositar sus deshechos,
ésos que hacen del alma un lugar pertrecho,
¡Los mismos que se alzan aplastando la coherencia de un modo soberbio
para finiquitar antiguas deudas con un sentimiento
arropado en las claúsulas de un olvido sempiterno!
Todo lo tuyo hoy flaquea en mi universo
y se enmaraña en una madeja de trazos de invierno
por el frío que arrecia en las cercanías de mis deseos,
en la coyuntura exacta de unos anhelos
que van menguando conforme transcurre el tiempo
para depositar sus semillas sobre un jardín desierto.
Cautivo halos de viento para ver tu cabeza reposando sobre mis senos,
¡Hipnotizo tu mirada inquieta entre un soplo de aire fresco
y condeno esa sontisa tibia, abierta a mis placeres encubiertos
para perpetuar tu esencia sobre los confines de mi cuerpo!
Y sin embargo, fustiga todo lo que siento,
aquéllo que cautivo entre un amanecer ebrio
que se resiente de la ausencia de tus versos sobre mi lecho
y de la distancia que oscila, perenne, entre pensamiento y sentimiento.