Hoguera

Te miro y me desangro
en los caprichos de tu cuerpo
que parecen haber sucumbido
a un pacto eterno
subordinado a enlazar nuestro tiempo
en la distancia que aún separa
mis pasiones de tu sexo.
No importa,
sé que te tengo,
aunque sea imaginado
entre las llamas de mis dedos,
aunque se retuerza tu sombra
en la angostura de estos anhelos
que quiebran el frío otoñal
con el calor que desprenden tus besos y mis versos.
La noche arrecia en el fulgor de estos ojos
que te llaman y evocan tu presencia
para sofocar millones de antojos
que suscribimos en el ápice exacto
donde se disgregaron erratas obsoletas
para yacer en ti
envenenada
de la lujuria adictiva de tu lengua
que recorre mis paisajes por vez primera
para sepultar su cauce sobre mi fina arena.
Y lato en tu pecho cual paloma mensajera
mientras que tientas mi deseo
azotando esta incesante hoguera.