duelen las llagas abominables del recuerdo,
duele el hoy y el ayer, duele cruelmente el tiempo
entre los huesos desnudos de unos hombros pertrechos.
Duelen las palabras que un día se escondieron,
¡Duelen las gotas de lluvia que se deslizaron con el viento
así como duele mi alma rota y en suspenso,
arrinconada y moribunda entre la penumbra absorta de sus miedos!
Duelen las heridas tortuosas que desangran las yemas de mis dedos,
se duele Granada ante la inminente llegado de otro invierno
que condensa placeres y destruye deseos
en ese tren opaco y traslúcido del que somos simples viajeros.
Duele la hiel edulcorada de tus besos,
duele la sombra tenebrosa en otra noche sin tu aliento.
Duele la vida en una tarde despejada de un incipiente invierno
como duele la ausencia y el descaro acompasado del que se visten hoy tus versos.
Duele mi yo.
Me duele tu desvelo.
Il tempo...
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