Dejamos el pasado en el lugar que corresponde
amordazando deseos y antiguas pasiones,
ocultando lo que nació entre hojas secas y frescas flores,
digeriendo a la fuerza sentimientos rebeldes y alocadas emociones.
Tentamos a la suerte para dispersar sobre el viento los vapores
que contaminaban nuestra esfera con incipientes ilusiones,
y nos molestamos en apelar al tiempo como justiciero de amores
metiéndonos las manos en los bolsillos y volviendo la espalda a un as de corazones.
Y la vida quiso sentenciar recuerdos de frente
mientras que Granada contemplaba, celosa e hiriente,
cómo tus labios volvieron a rozar la proximidad de mi vientre
cuando tu aliento divisó a mi cuerpo deshecho entre tu simiente.
Ahora te pienso y te siento en cada uno de mis quehaceres,
hombre de porte sobrio y de piel ardiente,
desatando pasados, pasiones y deshojando frescas flores
mientras que Granada sucumbe, ebria, a una fusión inquebrantable entre el vuelo de dos gorriones.
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