He escalado inviernos y ríos,
¡Mareas furiosas y cielos derretidos,
mañanas sepultadas en un absoluto mutismo,
tardes frías y virulentas arreciando sobre este cuerpo malherido!
He sufrido la tortura de amarte
desde el rincón amargo del olvido,
¡De desechar los antojos de mis carnes
en la fragilidad acérrima de tu vacío
porque estás colmado de sentimientos tibios,
de arenas apaisadas que impulsan la concurrencia por este pertrecho camino!
He inventado argucias sobre el viento
para que sujetara mi aplomo con cordeles de hierro,
¡He amainado la borrasca intempestiva de un otoño cruento
en su delirio de aplastarme entre miedos,
en su afán calamitoso de hundir mis labios, machacar mis besos
sobre la soledad equipada en la vorágine de mi pecho!
He saciado la sed agotadora tras este atropello,
¡La voracidad triste de un agónico suspenso,
el nimio consuelo de quien juega perdiendo
para derramarme en ti, donde se destrozan hieles y lamentos!
He escalado ríos e inviernos,
en la codicia desmesurada de amarte libre y colmada de aires sureños.
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