muere el murmullo en la discordia de esta balanza
cuando son tus labios los que labran mis andanzas,
cuando es tu luna la que ilumina mis noches solitarias.
Bruma dispersa de madrugada,
¡Ardientes deseos que caen derrotados en unas sábanas
donde se duele mi cuerpo en el hastío de la añoranza,
donde gimen los huesos mutilados en tu semblanza!
Semblanza que derrota indecisiones y palabras,
¡Palabras que buscan al verbo para conjugar el mañana
y tú, que sostienes mi vida, que arrullas mi alma
luchando a cotracorriente en el duelo de esta batalla!
Batalla que se nutre de versos extraviados en la distancia,
distancia que arremolina emociones en una vorágine que se desangra
de tristezas intempestivas y de amaneceres entre lágrimas
para forjar la melodía placentera con la que escribiremos nuestro mañana.
Mañana que interrumpes el dolor de la vida en la angostura de la nostalgia.
Nostalgia que irrumpes, desesperada, cuando el frío congela el ardor solemne de una nueva madrugada.
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