los enfriamentos en las embestidas nocturas,
¡La algarabía de dos pieles sedientas de hambre,
el eufemismo indiscreto de tu penumbra
que sufre la condena de mirarme
con los ojos despistados en el espesor de una gota de furia!
Quiero el banquete de tus besos,
los vapores aplastados en los cristales,
¡Los silencios que rumorean de lo nuestro
y los rumores que ocultan y medran las verdades!
Quiero el deseo perfumado de tu cuerpo,
el tacto efímero con el que magreas mis labios,
¡Un hálito enérgico de este litigio contra el tiempo
y un tiempo eterno en la premura de tu abrazo!
Quiero la lluvia desazonando nuestro sosiego,
y al sosiego alborozándose entre la lluvia moribunda de un verso extraviado.
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