No hay poder más riguroso
que este desbordante deseo,
una alocada pasión
que alimenta vilmente mi desconsuelo,
un beso cautivo
que se pierde presuroso entre la llama de este fuego
para engendrar otros nuevos,
invitaciones a la plenitud de nuestros anhelos,
¡Caricias desmaquilladas de desdenes y lamentos,
furias desorganizadas en los confines de tu lecho
hasta enraizar el magnetismo de nuestros cuerpos
en una fusión perenne e inquebrantable en el tiempo!
Te siento y amanezco en otro universo,
te observo y comienzan a agilizarse intempestivos empeños
mientras recorres con tus labios estos mulos hambrientos
sólo de ti, sólo de tu cuerpo dando de beber a unos labios resecos.
Y vuelvo otra vez,
existe otro comienzo,
porque no hay poder más riguroso
que este acalorado y tórrido desenfreno.
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