Excelso desasosiego

Gimen soledades en la anarquía perenne de deseos.
Mar abierto en los engranajes de estos muslos hambrientos,
luz tenue en la superficie frágil de mi vientre
que enhebra antojos libidinosos sobre el viento
mientras que se escabulle tu rostro entre un crepúsculo silente.

Necesito manos que arropen las llagas de mi cuerpo,
brazos encapotados de glorias candentes,
besos inflexibles a la llama de mi lecho,
¡Bocas renovadas de gélidos ambientes,
navajas descompuestas en el augurio del tiempo,
de nuestro tiempo,
mordiscos felinos,
manjares de invierno,
caricias infructuosas en la rigidez imperturbable de este silencio!

Gimen soledades en la sempiterna anarquía de deseos
y tú, que abaratas mi cordura en un constante y excelso desasosiego.