Siempre aprendo de los silencios
y de guaridas rotas en la humedad del desengaño.
Huyo de borrascas con rayos y truenos
pero no de lluvias con aguas de mayo,
camino por senderos angostos y pertrechos
pero no por espinas afiladas con la navaja del maltrato.
Me amedrenta el turbio pozo que emana por tus dedos
como cuchillos salvajes apostillados sobre mi pecho,
me bautizo entre novatos y añadidos miedos
pero no me detengo entre el diluvio que emancipa a nuestros lechos.
Soy mujer de palabra y de verso diestro,
de alma libre y sincera en su sosiego;
soy ente errante hasta el fin de mi tiempo
pero no el maquillaje que difumina tus noches en el desierto.
En tu desierto...