ni el terciopelo de tus caricias.
No encuentro la fragancia de aires frescos
que un día impregnaron a mi vida
con eslabones recios de pasiones y deseos,
con miradas engendredas en bocados de nieve tibia.
No diviso el oasis de tu boca
ni la guardería férrea de un sentimiento.
¡No florecen alegres mariposas y amapolas
en un tímido soplo de viento,
no arrecia tu barco sin proa
en la deriva candente de mi plácido puerto!
No degusto el manjar de tus manos
ni el compás armonioso de tus versos.
¡No hay recuerdos coloridos de antaño
ni arrullos de amores en silencio,
no cesan aplausos grotescos del desengaño
en el hospedaje, hoy siniestro, de mis dedos!
No existe tu imagen en mi pensamiento,
ni el dulzor de tu sonrisa retorciéndose en mi lecho.
Hoy no hallo a la voz con la grita mi pecho
para saber si aún estás vivo o si, por ende, ya has muerto.
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