Cantan las voces que un día agonizaron en nuestros labios,
resucitan las rosas que pisoteamos sobre el suelo oscuro y nublado
de versos inútiles sin el amparo de un destinatario,
de caricias cabizbajas y frágiles rompiéndose sobre mis brazos.
Cantan los pájaros que un día abandonaron a estas huellas
en los pasajes estrechos y confiscados por tu ausencia,
cantan las noches y las auroras tras la álgida tormenta
en el desmarque aventurero de mi boca sobre tu estela.
Cantan sonrisas jubilosas en hombros pertrechos y cansados,
canta la lluvia melodías de ruiseñores sobre páramos heridos y dañados,
cantan poemas rebeldes en la medianía desajustada de Marzo,
¡Canta la garganta que pereció en ritmo y llanto
en fatigas adormecidas y latidos desorganizados,
cantan mis dedos a orillas de otro naufragio
como canta tu aroma, febril e inquieto bajo el amparo de otras manos!
Canta la vida sobre la desgana gemebunda de estos solitarios párpados.
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