El escalofrío tenue de otra madrugada
roza la candidez que resbala por mis muslos,
acaricia la tierra fértil de mi piel y mi alma
como aquel amante de labios múltiples y sin rumbo.
La zozobra del alba despuntada
lame el aletargamiento de pálpitos inconstantes,
la dispersión de minutos entre aguas dislocadas
como ese aroma ignoto de una boca desdibujada y frágil.
Puedo ofrecerte el hielo derretido en los cristales,
las hojas desperdigadas en promesas de miel y aire,
puedo ofrecerte jazmines heridos por rosales
y luces ahogadas en penumbras de plata y sangre.
Tenue escalofrío de madrugada en los yerros de mis andares
como ese pirata pendenciero de tesoros y convulsos mares,
¡Como la espina afilada en noctámbulos boscajes
de insomnios atormentados en angostas esquinas y débiles equipajes!
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