Te vi,
anunciando primaveras en áridos desiertos,
agitando brisas coloridas y halos de quimeras,
pronunciando mi nombre entre esquinas y vientos,
sujetando desequilibrios y acariciando sueños a duermevela.
Te vi,
buscando los rastrojos de besos interrumpidos,
limpiando sangrantes heridas de batallas libradas,
engañando al tiempo entre gritos y aullidos,
escarbando, ansioso, sobre el fulgor agónico de mi mirada.
Te vi,
pregonando sentimientos y pasiones en medio de la nada,
te vi,
ahogando tristezas y desmarañando nostalgias,
¡Sobornando al silencio en este ocaso de inútiles plegarias
que te miran esbozando renovados caudales en otras aguas!
Te vi,
disolviendo tu fragancia inextinguible de la vecindad huérfana de una lacerante lágrima.
Te vi.
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