En esa oquedad insondable del recuerdo
desvías tu extinta mirada de luces negras,
nostalgias taciturnas se retratan en tu ceño
bajo la exclusiva concomitancia de otra luna nueva.
Mujer,
has amado las cúpulas de atalayas y zalemas
entregando tu esencia a fogatas y tormentas,
mujer,
has engendrado vida y has vertido la sangre de tu venas
por aquéllos que ahora te cercan sus puertas.
Mujer,
has evacuado llantos para regar flores yertas
en jardines ajenos que hoy reniegan de tu marea,
mujer,
has sido madre, fiel compañera...
¡Has mentido a tus deleites para no estoquear inicuas blasfemias
aún sabiendo del ultraje al que reprobaron tu existencia,
has mutilado éxtasis quiméricos y fragores de primaveras
aún feneciendo entre lágrimas mohínas y silbidos de cadenas!
Hoy retratas tu hostigado cuerpo sobre penumbras y ojeras
aferrada a coléricos espejismos de insomnes preguntas sin respuesta.
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