No voy a mendigarte la antesala de mis antojos,
ni los suburbios enajenados de esta boca,
no arrastraré rodillas ni brazos ante la perspectiva de tus ojos,
ni las mieles aún orgánicas y de sapidez sabrosa.
No voy a secundar las llagas expeditas de tu sorna,
ni los avatares tóxicos que enhebras en otra alcoba.
Desguazaré convenios y dicciones rotas
en la orilla virulenta de tu transitada costa.
Dividiré ese nimio recuerdo entre jazmines y flagrantes rosas,
emanciparé tus besos hacia la anarquía concupiscente que goza y llora
en ese vórtice de calumnias y gargantas roncas
que subyugas con tu nombre enjaulado entre sábanas toscas.
Y obtendré el aplauso de una cálida aurora
sobre versos de rocío y primaveras depuradas de tu execrable aroma.
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