Arremetes mi cintura contra tu torso
en la conjunción inexorable de miradas agudas,
ciñes mis curvas con dedos sensuales y rijosos
incitando al baile de cuerpos sin censuras.
Amárrame al sortilegio de tu pecho
en esta vaina de salivas y apetencias,
¡Desnúdame el alma en otro orgasmo de deseo
y corona la cima con el néctar de tu lengua!
Hazme amante de tu savia hechicera
entre compases de pieles copulando en sus cadencias,
¡Vísteme de manos preñando mis caderas
y regálame mil noches magnetizando a otra luna llena!
Y descose los barullos tras la agonía de esta sentencia
cuando giman nuestros ecos la mesura del alba venidera.
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