Es infame la palabra disfrazada de envidia
la ruindad engalanada de perlas y diamantes,
es mordaz el susurro ingenioso de la mentira
y la acidez irrisoria de besos sin amantes.
Son sarcásticos y ponzoñosos los ojos que no miran,
lúgubres y siniestras las aguas de manantiales
asfixiados de hipocresía e inundados por la pamplina
que subyace en la concurrencia de sollozos con sangre.
Es árida y desierta esa esquina de la vida
que bebe resquemores y emana falsedades,
es suburbio falaz la sonrisa que germina
en las manos del blasfemo y en la vaina dorada de acotadas verdades.
Y son esquivos los senderos que nos libran
de no ser galeotes seductores del afán y la codicia.
Gloria,
ResponderEliminarAunque procuro ser una persona sencilla, a lo largo de mi vida he sufrido la hipocresía de la envidia –como tú dices- engalanada, sea de plexiglás barato o de sedas hindúes.
Sé de lo que hablas y sé que la vida –como dicta mi frase preferida- es el arte de la mentira. No lo digo yo… La acuñó Picasso hace muchos años. Triste pero cierto.
Olvida a quien te haga pasar malos ratos: no vale la pena. Hermoso poema.
Un besote amiga,
Ann@ Genovés