Tiemblan las manos que dejaron de palparte
en los autóctonos pavores de llagas y despedidas,
afligidos los ojos morenos que dejaron de mirarte
cierro los umbrales mórbidos de antojos y caricias.
Cuéntale alondra
tú que surcas mares y laderas dormidas,
tú que dibujas amapolas en desiertos y páramos;
Cuéntale alondra
tú que esbozas mariposas sobre bocas marchitas,
tú que siembras esperanzas en el raigón del desagravio,
¡Tú que vuelas crepúsculos perfilando sonrisas,
tú que ahuyentas aberrojos en las esquinas del desamparo,
tú que cantas rosas, la que al relente entibia...
Cuéntale alondra
que soy vástago noctívago de hiel e inmundicia!
Cuéntale alondra
que su ausencia succiona despaciosamente mi vida.
Cuéntale alondra
que hoy hay úlceras donde germinaron sus semillas.
Cuéntale alondra...
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