Si pudiera descifrar el enigma de tus ojos
escribiría el poema de esa mirada,
¡Exhalaciones morenas de antojos
que signan mi ritmo y tu pausa
cuando despunta el trueque de blanduras y abrojos
en la desnudez etérea de versos y palabras!
Y dime, ¿cuál es el alivio de esta incesante adivinanza?
Enloquecen mis labios en la hoguera que prende y mata
dilatando deseos en persuasiones de dos fogatas,
¡Ay
dónde está el secreto de mareas que expiran y se ensalzan
en el raudal enfurecido de mis andanzas
que llora zalemas, que aplaude nostalgias
sobre la letanía difusa de tu mirada!
Y me esclavizo al vórtice que nunca encalla
acrecentando el litigio de tus ojos y mi halda.
Me empiezas.
Me acabas.
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