Imploro la dádiva de tu estela
porque soy mujer en los contornos de tu pecho,
¡Bocanada de fruiciones y quimeras
cuando inhalo el gozo de tu aliento
susurrando agasajos, evacuando esencias
en los suspiros exultantes que nos pertenecieron,
en las hogueras tórridas de besos y zalemas
con las que bautizamos a este hercúleo sentimiento
que me arrastra en albas y tinieblas,
que me quema en las ráfagas de tu fuego
sin percibir que el deseo es ave que yerra
y no el demérito seductor de tu silencio!
Imploro de tu boca la ofrenda...
Simplemente, porque te quiero.
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