un vestigio de tu cuerpo,
¡Quedé tendida sobre las palmas de tus manos
avezado y copioso saqueador de besos
y sé que allí prosigo amando
entre apetencias tórridas del recuerdo!
Busco en amaneceres límpidos e inmaculados
y tampoco hallo la savia de mi anhelo.
¿Dónde quedó aquel tiempo
cuando se confundían mis ansias con tus dedos?
¿Quién desvirgó las resacas de mi puerto
entre conjunciones perfectas de melaza y deseo?
¿Cómo sacudo tu estela, si en ella reposa mi aliento
que se esparce en la letanía de mendicidades sobre el viento
donde confluye el recelo de una rosa con la aridez del desierto?
Y afano mi búsqueda entre la flagelación de un amante en su destierro
porque sé que soy esencia en las vitrinas del silencio.
Un suspiro...
Entre horizontes y amaneceres yertos.
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