Cada noche te veo
sembrando quimeras sobre mi cuerpo.
¡Amainando congojas de lastimados sentimientos
sorbiendo la escarcha taciturna de mis besos
conjugando tu piel con las escamas de este pecho
que late en arritmia entre la insonoridad del tiempo,
que palpita al compás de la algarabía del silencio
mientras se obstruye otra lágrima en los escombros del recuerdo,
mientras llora otra luna la orfandad de su cielo!
Cada noche te veo...
¡Y eres vida,
y eres sueño!
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