Quizá peregrine una noche tu regreso
desde las oquedades achacosas del desamparo,
¡solo seré de tus gritos un eco
cuando gimas la nostalgia candente de mis brazos
porque tú elegiste la frialdad del despego,
porque soy gaviota de un único paso
en esas orillas agostadas del recuerdo
donde navegan zalemas y agravios!
Quizá por una vez se doblegue mi ego
suplicando de tu tormenta la luz de un relámpago,
¡pero soy aurora radiante de invierno
y relente apacible de verano!
Quizá solo te escriba estos versos
y ya desde la enjundia de unos besos solitarios.
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