Los besos de anoche se derriten en un frágil recuerdo
que absorbe hasta las pasiones cultivadas entre ambos cuerpos.
Y es que te irás
por la frondosa senda del viento,
¡con los vahos de mi boca disolviéndose en el silencio,
con la sonrisa disfrazada de un impasible lamento
porque jamás fuiste la voz que gritó mi eco
entre los crepúsculos solitarios de este corazón hoy muerto!
Las caricias de antaño fenecen sobre el suelo
y mientras camino, esparzo mi esencia en un bostezo.
Todo calló...
¡Nos descompusimos en el instante del momento!
Todo se clausuró,
menos la sentencia que siempre dictamina el tiempo.
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