Hoy amanecen las humedades de nuestros rostros
confundidas en las arenas estériles de sueños
mientras el diluvio del ayer se rinde ante nosotros
sobre el fracaso ingrato de falacias y enredos.
Mas no ahuyentarás la savia de mi anhelo
que yace entera en la esencia de estos versos,
¡no decrecerán apetitos en mi pecho
ni palomas navegantes de caricias y puertos,
porque guardo de lo malo siempre lo bueno
creciendo en la angustia y guareciendo al sentimiento
que no tiene la culpa de tus escarceos
cuando mis ojos se rinden al ocaso de tu tedio!
Hoy mastico los sudores de yerros ajenos,
¡pero mañana usurparé viandas y sustentos
de pieles nuevas e inexplorados cuerpos!
Porque reclamo lo que merezco
como amante entregada al capricho de un beso.
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