Te vas...
y mis huellas son puñales encallados en el alma
¡y mis ojos son suspiros que agotan otra madrugada
pernoctando sus vigilias en el eco de la nostalgia
sintiéndote cada noche en delirios quebrada
por una piel herida con filo de navaja
en esos arduos silencios que, de ti, me hablan!
Te vas...
y mi sangre empalidece entre aguijones que se clavan
¡y mi rostro ya no es rostro en los espejos que callan
y tu nombre ya es sofoco que obtura mi garganta
y mi risa es arritmia en demencia solitaria...
y tu boca sabe a muerte de tristezas amargas!
Mas te vas...
¡y yo no soy yo en esta esquina transitada!
Pero te vas...
¡y llueven los soles que antes clareaban!
Y... te vas.
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