He hurgado memorias en el preámbulo de tu beso,
ése que tiene el apetito de lozanos gozos
y el aroma acicalado con la demencia de mi halda
que demanda tu roce en la asfixia de noches
sin saber de los enveses propinados a destiempo.
He resbalado mieles entre el lapso de tu pecho
amasando envites infieles a la demora
de carnes que ciñen un solo antojo
concebido entre sobornos de un olvido que traiciona,
porque nunca perdonamos la dispensa
de sentirnos plenos en anexiones cautivas
a la evidencia de dos pieles que simplemente se aman.
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