No puedo verte salir de mi vida,
afilando el candado de manjares compatidos,
preparando el circunloquio impreciso de una torpe despedida,
aventurando unos labios y otros senos que no son los míos.
No quiero verte urdiendo trampas sobre mis besos,
escondiendo caricias pretéritas en los bagajes del olvido,
chantajeando al recuerdo con tacto amargo y manos de hielo,
mirando por la rendija dilatada de tus sangrantes desatinos.
Soy la que escaló a contracorriente de los miedos,
ésos que enhebran al corazón con madejas de hilo,
soy la que masticó tu boca, la que degustó tus dientes,
ésos que ahora muerden y despedazan a un sentimiento herido.
Y soy la que suicidó al amor antes de tocarte y conocerte
para resucitarlo, pulcro y tibio,
en el edén, hoy caduco, de glorias y placeres infinitos.
No quiero verte salir de vida,
derrotado en mi esquina y triunfante en tu codicia.

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