A veces es tanta la congoja del alma
que rompe quimeras y esquina sueños
sobre baldíos versos y palabras
arremolinados en la esfera del más sordo silencio.
A veces es tan árido el desierto de mi cama
¡que grito a la luna dónde está tu cuerpo
cuando envilecen orgullo y ansia
entre las rodillas vagabundas de mi deseo!
A veces fenezco en la nostalgia
¡y derruyo quimeras sobre la espina de tu recuerdo!
Quizá porque a veces esa congoja del alma
¡me grita que te amo, más allá del tiempo!
De nada sirve la abnegación de la lágrima
si el corazón palpita vestigios de un beso.
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