Puedo verme en la vendimia de tus besos
acicalando sentires que un día nos derruyeron,
¡soy viandante por los flancos de tu recuerdo
cuando se duelen las noches a la espera de ese regreso
donde consigno mis ansias y también mi lamento,
porque es lacerante la orfandad de este cuerpo
que pervive incólume abrazado al deseo
de pernoctar su saña entre el ardor de tu fuego
para entregarte la vida en el roce de piel y anhelo!
Y me encallo en los caprichos de tu silencio
¡por no gritarte que voy muriendo!
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