Tus besos ya no saben a beso
sino a la insipidez desierta de una huella
que transita solitaria por los ademanes del recuerdo
cuando era tu boca, fontana de agua fresca.
Tus ojos ya no atisban el deseo
sino los sombríos crepúsculos de la derrota
la misma que cuando te miro, siento
en estos instantes de hiel y ponzoña.
¡Porque ya estás lejos de mi anhelo
y de todas las quimeras que sin ti, lloran
al saberse huérfanas de dueño
pero acicaladas con quebrantos y demoras!
Tus sueños ya no son mis sueños
¡sino la anónima esperanza de otra gaviota!
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