Gimiendo mis soledades
en el hastío cruento del recuerdo
¡dejándome hiel y sangre
por cada espina clavada en mi pecho
creyéndome yo y nadie
entre la desgana del abatimiento
que transita las aceras de mis calles
cuando la abulia me nombra en su eco!
Buscando respuestas a verdades
¡huyendo de tu rostro frente al espejo!
sabiéndote mío en tus andares
pero huérfano de brazos sinceros,
mirándome con ojos de tarde
¡rozándome con manos de invierno!
así somos es nuestra vorágine:
piel, agravio, ¡gozo!... y un solo cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario